lunes, 24 de enero de 2011

Homenaje a Churchill (I)

Winston S. Churchill murió un veinticuatro de enero como hoy. Aprovechando la conveniencia quiero dedicar un espacio para homenajear la vida de este hombre tan insigne.
Nació bajo el reinado de Victoria I en 1874. Hijo de padre inglés y madre americana, fue el representante de una familia aristocrática que había perdido parte de su esplendor económico, sin haber menguado por ello su taragná elegante y clasista. Churchill recibió una educación de internado. Su afición favorita era coleccionar soldaditos de plomo para organizar batallas, campañas y guerras enteras. Sus padres le ignoraban, él los adoraba y ellos le ignoraban, sin embargo, lejos de deprimirle, este hecho le incitó a perseverar en todos los aspectos de su vida.
Sirvió en el ejército en la India, desde donde se sacó la carrera de derecho a distancia. Participó en la guerra anglo-boer, en África. Allí fue hecho prisionero y encarcelado en un campo de concentración del que pudo evadirse saltando la valla en plena noche. Llegó hasta territorio portugués en Mozambique, tras dos semanas de hambre y huída lo primero que adquirió fue una caja de puros y una botella de brandy. Volvió a la Colonia de Cabo, donde se licenció con el grado de coronel.
De vuelta a Inglaterra, escribió sus Memorias de Juventud y consiguió un escaño en la Cámara de los Comunes. Para su pena, aunque obtuvo el escaño en 1901 estando viva aún la soberana, ésta falleció antes de que él pudiese jurarle lealtad pasando a la historia como el último diputado victoriano, como hubiese sido su deseo. No obstante, supo convertirse en el prototipo del político eduardiano, nombre con el que se bautizó a todos los políticos que acuñaron los cimientos de su carrera bajo el reinado de Eduardo VIII. Desempeño distintos cargos, entre otros Lord del Sello Privado y Ministro de Hacienda, donde se mostró como un excelente gestor.

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