viernes, 14 de enero de 2011

Walt Whitman

Pocos poetas me han cautivado tanto en los últimos meses como Walt Whitman en la lectura de Hojas de Hierba. Recuerdo que en la recién pasada Navidad leí, por vez primera, Las Flores del Mal de Baudelaire que encontré sosas, casi muertas, en parte supongo por la traducción. Después de este fracaso casi he tenido miedo de descubrir nuevos poetas, miedo que he superado gracias a este ilustre norteamericano.
Me gustaría en este punto hacer un alto para albar la obra de Rosa Rabadán y José Luís Chamosa como traductores. He tenido el gusto de poder escribir a la primera quien al responder a mi correo ha demostrado que su calidad como literata no eclipsa su calidad humana.
¿Qué tiene Walt Whitman que sea tan cautivador? Cuando mostré el poemario a mi tío, un prolífico lector de versos, dijo que le parecía prosa recortada. Obviamente, no llegó a leerlo, de haberlo hecho su contenido y musicalidad le hubiesen cautivado tanto como lo hicieron con Pessoa o Lorca.
Este último tiene en su Poeta en Nueva York una hermosa Oda a Walt Whitman. Es ese el poema de aquellos famosos versos “Maricas del mundo, asesinos de palomas/ esclavas de la mujer, perras de sus tocadores”. En otros veros dirigiéndose a Whitman escribe “Los maricas te señalan”. Vemos pues a un Lorca enfadado con el concepto de perfil genérico del homosexual de su tiempo, pretendiendo distanciase de él, a la vez que también aleja a su amado poeta. No obstante, Lorca no era un “reprimido” (como cierto “líder” actual de la política española) pues poco después de escribir esta Oda mantuvo, sin complejos, relaciones con negros en La Habana, enfatizo el color de la piel como algo positivo.
Whitman, al margen de que fuera homosexual o un simple solterón, tiene poemas de gran belleza. Sólo se le puede calificar de renovador de la épica. Toda su poesía gira entorno a ensalzar a los Estados Unidos. Pero no exalta su patria como una bandera, sino a través de sus hombres. El material humano son los ladrillos con los que Whitman construye su ideal nacional. Todas las profesiones y el ciudadano medio son exaltados, el gobierno también, pero en palabras del poeta: “el Presidente está en la Casa Blanca por vosotros” o “el Congreso y el Senado se reúnen por vosotros”. Su ideario de una nación donde caben todos inspira cada uno de sus versos. Tampoco están ausentes de su visión del amor sacrílego, hecho que le llevó a ser despedido de su puesto en un ministerio por escándalo. Su superior lo acusó de haber escrito un libro “diabólico”, afirmó que aunque se lo pidiera el Presidente no volvería a contratarle, antes dimitiría. Es un juicio exagerado, en mi opinión ese hombre nunca leyó a Cátulo o Safo, de haberlo hecho los versos de Whitman no le habrían escandalizado lo más mínimo.
En el aspecto formal, también es un avanzado –además muy bueno- a su tiempo. Practica el verso libre apoyado en el paralelismo el ritmo de sus versos. La enumeración de analogías y metáforas consiguen primero saturar al lector para luego transmitirle las ideas del yo poético.
No es un poeta oscuro como lo pueden ser Góngora, Lorca u otros medios de la Generación del 27. Es bastante abierto, la única dificultad la presenta su puntuación un tanto particular y su alargada sintaxis. Nada que deba impedirnos gozar de las letras que forman cada brizna de Hojas de Hierba.

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