Tras la época de El Terror del
régimen de Robespierre, el período ruinoso de El Directorio y la etapa
belicista de Napoleón dividida entre Consulado e Imperio, muchos franceses y
muchos intelectuales se hicieron partidarios de Luís XVIII. El célebre escritor
y político Chateaubriand recoge este sentir popular en su manifiesto De
Bonaparte a los Borbones. Dicho librito, vio la luz clandestinamente en
1814; de él dijo el rey que había sido más útil que un ejército.
¿Cómo podemos explicar el rápido
retorno de Bonaparte en julio del año siguiente? El período conocido como “Los
Cien Días”, contrariamente a lo que se piensa, no tuvo un gran apoyo popular.
Las guerras y, más exactamente, las costosas derrotas de sus últimos años
secaron la popularidad de Napoleón. Durante su camino a Elba, isla que le había
sido concedida en calidad de principado, el ex emperador, a punto, estuvo de
ser linchado, en varias ocasiones, por la turba furiosa. Sólo el ejército se
mantenía un acérrimo en el bonapartismo. Sin en lugar de enviarle tropas, Luís
XVIII hubiese dejado vagar a su adversario por los pueblos de Francia es muy
probable que se le hubiese asesinado.
Luís XVIII (1755-1824) rey de Francia, Navarra y Copríncipe de Andorra, en las Tullerías, por Jean-Baptiste Paulin Guérin.
Por desgracia, los soldados
enviados para capturarle se sublevaron contra el rey para unirse a Napoleón. En
el contexto de una inminente guerra civil, algunos, entre ellos Chateaubriand,
aconsejaron al viejo y tullido monarca permanecer en París, para resistir en
Las Tullerías hasta la muerte. El asesinato del monarca hubiese hundido aún más
la popularidad del ex emperador. París, además, era decididamente monárquica,
lo que, sumado a la falta de medios económicos y artillería por parte de los
militares sublevados, aumentaba las posibilidades de una resistencia eficaz.
Por si ocurría lo peor, el exilio temporal del duque de Artois, hermano y
heredero del rey, con su familia garantizaría la continuidad de la monarquía
legítima.
Sin embargo, Luís XVIII decidió
huir a Gante. El vacío de poder que se generó posibilitó a Napoleón recuperar
velozmente el poder.
Entre
tanto en Viena, el canciller von Metternich, había empezado su Congreso, del
que en resultaría poco después La Santa Alianza de monarquías del Viejo
Régimen, contra cualquier movimiento liberal. Allí, los monarcas europeos o sus
representantes se sintieron decepcionados con Luís XVIII. Después de los
innumerables esfuerzos para restaurar el trono de los Borbones en Francia,
estos apenas habían hecho nada para defenderlo
Congreso de Viena 1815.
Después de su derrota decisiva en
Waterloo, Napoleón volvió a Parías para abdicar a favor de su hijo, quien pasó
a ser nominalmente, emperador de los frances del 22 de junio al 7 de julio de
1815, con el título de Napoleón II. Desde Viena se consideró seriamente la
posibilidad de reconocer al joven emperador, nieto de Francisco I, así como a
su consejo de la regencia, pero, tras largas deliberaciones, se decidió dar una
segunda oportunidad a Luís XVIII.
Napoleón II (1811-1832)
El rey volvió a París el 16 de
septiembre. A partir de aquí podemos hablar claramente de su reinado y de la
Restauración. Luís XVIII, como sus otros dos hermanos fue víctima de su
educación basada en la separación de la sociedad por estamentos. Verdaderamente
se creía elegido por dios y por lo tanto dueño absoluto de su país, en tanto
que así lo permitiese la providencia. No era en absoluto un hombre ignorante ni
estúpido, antes bien, se le reconoce una cierta habilidad diplomática. No
obstante, su carácter pasivo, alegorizado en su extrema gordura, se tornó en
inactivo durante su reinado. Es cierto que actitud benevolente deriva de aquí,
pero también su incapacidad para fijar un rumbo claro hacia la monarquía
constitucional, como le demandaban la mayoría de los monárquicos.
Escudo Real de Luís XVIII, que se estampó en la Bandera Blanca -monárquica- durante su reinado.
¿Creyó realmente Luís XVIII en la
posibilidad de compartir sus poderes con un parlamento como los reyes ingleses?
El rey, ciertamente, aprobó La Carta, un sucedáneo de constitución que
estableció el régimen institucional de la Restauración. Según este documento,
el rey aceptaba la iniciativa legislativa del Parlamento y la Cámara de los
Pares, con derecho hereditario; imitación palpable de la Cámara de los Comunes
y la Cámara de los Lores, en el modelo británico. También se veía obligado a
nombrar a un primer ministro, que actuase de jefe del gabinete, aunque no tenía
necesidad de consultar a las Cámaras en este trámite. El monarca conservaba
amplias facultades legislativas y ejecutivas que extendían su poder en gran
medida.
Luís XVIII en las Tullerías por François Pascal Símon Gérard
Recuérdense, de nuevo, sus
prejuicios de la clase y su conciencia de ser rey por la voluntad de Dios y no
por la del pueblo. Luís XVIII nunca tuvo en pensamiento más abierto que su
hermano menor, el futuro déspota, Carlos X. Su aceptación de las prerrogativas
institucionales y concesiones a las mismas derivan indefectiblemente de esa
personalidad hastiada incapaz de hacer otra cosa que dejarse llevar.
Talleyrand, primer jefe de gobierno de Luís XVIII, ex minsitro de exteriores con Napoleón I.
Nombró a su primer jefe de
gabinete, durante su segundo exilio, en Gante. La elección fue a recaer en el
ex ministro de Bonaparte, Talleyrand. Este conspirador nato se mantuvo en el
cargo hasta que el rey retornó a Francia. Había sido designado representante de
Francia en la Conferencia de Viena y el rey, conociendo la facilidad de su
ministro de exteriores para cambiar de chaqueta, le ofreció tan importante
puesto, a fin de asegurarse que se le mantenía leal.
Duque de Richelieu, primer ministro de 1815-1818 y de 1820-1821.
El 26 de septiembre de 1815, tras
forzar la dimisión de Talleyrand, se encargó al duque de Richelieu formar
gobierno. Hombre hábil, el duque sostendría su gabinete hasta 1818. De sus
logros se reconoce su habilidad diplomática para acortar la ocupación de los ejércitos
de la Confederación Europea. Pues tras la segunda caída de Napoleón, los
monarcas del Viejo Continente decidieron mantener ocupada Francia, como medida
de precaución. También convenció a los franceses y de forma particular al
ejército, para que se recuperase la enseña blanca de los Borbones como bandera,
en vez de la tricolor revolucionaria. Sin embargo, también fue responsable
directo del denominado “Terror Blanco”, el gran número de juicios y ejecuciones
llevados a cabo en esta etapa de la Restauración.
Marquis Dessolles, primer ministro entre 1818 y 1819.
De 1818 a 1819, se ocupó del
gobierno monsieur Marquis Dessolles, quien fue reemplazado por el conde
Decazes. Este joven noble del partido constitucionalista pretendía impulsar un
verdadero proyecto de Constitución, para sustituir La Carta e instaurar en el
país un régimen democrático. En seguida se ganó la antipatía de la facción
ultramonárquica, acaudillada por Carlos de Artois, hermano y heredero del rey.
Monsieur Decazes, primer ministro de 1819 a 1820.
En 1820, el duque de Berry, hijo
menor de Carlos de Artois fue asesinado por un extremista republicano; Louvel.
La inmediata ejecución de este no mermó la furia de los ultramonárquicos, que
lanzaron insidias contra el Decazes, en las que lo acusaban de velar poco por
la seguridad de los miembros de la familia real o de estar directamente detrás
del asesinato.
El duque de Berry (1778-1820) hijo menor del duque de Artois.
Luís XVIII no prestó ningún tipo
de apoyo a su primer ministro, aunque tampoco le reclamó la dimisión. Decazes
se la reasentó finalmente y el duque de Richelieu volvió a hacerse cargo del
gobierno. Richelieu fue consciente durante su última etapa de gobierno que
debía arrinconar a la facción ultramonárquica para salvar la monarquía. Nadie
en la Francia de principios del S. XIX estaba dispuesta a aceptar una dictadura
con corona, por muy legítima que fuese. El duque de Orleans, futuro Luís Felipe
I, cada vez sonaba más como candidato a monarca electo.
Los intentos de Richelieu por
prevenir a Luís XVIII fueron en vano. En 1821, las conjuras palaciegas
encabezadas por el duque de Artois lo remplazaron por De Villèle, del partido
ultramonárquico.
Firma de Luís XVIII.
De Villèle no terminaría su
ministerio hasta 1828, ya bajo Carlos X. De su gestión con Luís XVIII como
monarca debemos destacar su apuesta firma por restaurar a Fernando VII como
monarca absoluto de España, donde la revolución liberal de Riego, en 1820, lo había
sometido al poder constitucional. En 1823, se armó al ejército de Los Cien Mil
Hijos de San Luís, comandado por el duque de Agulema que en pocos meses
devolvió a España su régimen absoluto, inaugurando al Década Ominosa.
Los Cien Mil Hijos de San Luís por Lecomte, 1828.
Un año después, en 1924, Luís XVIII
expiraba en su palacio de las Tullerías. El primer monarca de la Restauración
fue sucedido por su hermano el duque de Artois que se convirtió en Carlos X.
Esta fue la única sucesión que se dio en Francia, hasta 1973, sin que hubiese
por medio un golpe de estado, una revolución, o un derrocamiento.
De Villèle, primer ministro francés de 1821 a 1828.
A
parte de su dormitorio, conservado en El Louvre como parte del museo, Luís
XVIII deja poco legado a los franceses. Pudo haber asentado la monarquía
constitucional aprovechando el momento álgido de popularidad de los Borbones al
inicio de la Restauración. Sus pecados de soberbia le mantuvieron obcecado en
que los cambios ideológicos heredados del Siglo de las Luces eran errores y su
crimen de pereza le convirtió en un títere la mayor parte de su reinado. Dar
preferencia a los miembros de la familia real, la nobleza y las camarillas de
palacio, antes que a las instituciones electas, constituyó su peor error; el
que condujo a asentar las bases para hacer caer en la monarquía, en vez de
afianzarla, como pretendió.
De tots aquests personatges, qui em té fascinada és Tayllerand :)
ResponderEliminarDoncs jo a Tayllerand mai no l'he vist ni fred ni calent.
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