jueves, 14 de mayo de 2015

Dos hombres de Derechas y la Segunda República (VIII)

Primeros gobiernos radicales del Bienio Negro


Por fin el 16 de diciembre tomó posesión el gobierno Lerroux II cuya composición fue la siguiente: Presidente, Alejandro Lerroux (radical); Estado, Leandro Pita Romero (independiente de centro derecha); Justicia, Ramón Álvarez Valdés (Partido Republicano Liberal Demócrata, centro derecha de Melquíades Álvarez); Guerra, Martínez Barrio (radical); Marina, Juan José Rocha García (radical); Hacienda, Antonio Lara Zárate (radical); Gobernación, Manuel Rico Avello (independiente, centro derecha); Instrucción Pública y Obras Públicas, Rafael Guerra Río (radical); Trabajo, José Estellada Arnó (radical); Agricultura, Cirilo del Río Rodríguez (derecha liberal republicana de Alcalá Zamora); Industria y Comercio Ricardo Sámper Ibáñez (radical); Comunicaciones, José María Cid Ruiz-Zorrilla (agrario).
Desde que echó andar el gobierno, sus problemas con el parlamento fueron evidentes. Las izquierdas le profesaron antipatía y la CEDA condicionaba su apoyo al cumplimiento de su programa contrarrevolucionario. Aunque ideológicamente Lerroux y Gil Robles no estaban tan distanciados, los desunía su común ambición por el poder.
El 23 de enero de 1935, tras la salida del gobierno de Avello incómodo por las presiones internas, se entregó a Barrio la cartera de gobernación. La de guerra pasó al radical Diego Hidalgo Durán. Se salvó así la crisis de gobierno parcial.

Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical Republicano.

Sin embargo, pocas semanas más tarde, el 4 de febrero la revista Blanco y negro publicó unas declaraciones de Martínez Barrio en las que criticaba el acercamiento del Partido Radical a la CEDA. La pugna entre el presidente del gobierno y su ministro de gobernación se agravó. Este último, mucho más avenido a pactar con la izquierda que con una formación de perfil autoritatario, se escindió del partido radical, fundado el 1 de marzo el Partido Radical Demócrata, al que se incorporaron una veintena de diputados radicales y de otros partidos minoritarios.
Este suceso provocó una crisis de gobierno que Lerroux confió en poder saldar otra vez de forma parcial. Pero Alcalá Zamora decidió provocar una crisis total, con lo que el presidente del gobierno tuvo que dimitir.

De izquierda a derecha, Gregorio Marañón, Menéndez Pidal, Alcalá Zamora, Pío Baroja, Royo Villanova y Emilio Cortarelo.

El Presidente de la República volvió a invitar a Lerroux a formar gobierno, prohibiéndole una vez más incorporar a cedistas en su gabinete. El resultado fue que la composición del ejecutivo fue casi idéntica a la de su predecesor: Presidente, Alejandro Lerroux (radical); Estado, Leandro Pita Romero (independiente de centro derecha); Justicia, Ramón Álvarez Valdés (Partido Republicano Liberal Demócrata, centro derecha de Melquíades Álvarez) sustituido el 17 de abril por Salvador de Madariaga (independiente); Guerra, Diego Hidalgo Durán (radical); Marina, Juan José Rocha García (radical); Hacienda, Manuel Marraco (radical); Gobernación, Manuel Rico Avello (independiente, centro derecha); Instrucción Pública y Obras Públicas, Salvador de Madariaga (independiente); Trabajo, José Estellada Arnó (radical); Agricultura, Cirilo del Río Rodríguez (derecha liberal republicana de Alcalá Zamora); Industria y Comercio Ricardo Sámper Ibáñez (radical); Comunicaciones, José María Cid Ruiz-Zorrilla (agrario). Como podemos ver, el gobierno Lerroux III sólo se distingue de su predecesor por las ausencias de Barrio y de quienes con él dejaron el grupo radical.
Horas después de tomar de nuevo posesión de su cargo el 3 de marzo de 1935, el presidente del gobierno se entrevistó con Gil Robles. Quería saber qué apoyo podía esperar de los cedistas. El líder derechista se mostró muy frío. Tras dos consultas, la del 16 de diciembre la de dos días atrás, en que Alcalá Zamora no sólo le había negado la posibilidad de formar gobierno, sino la entrada de su partido en el mismo, se sentía abofeteado por el Presidente de la República. Condicionó todo apoyó al gobierno a la realización de este del programa de la CEDA. Lerroux no tardó en complacerle.

Lerroux y Gil Robles.

Desde su descalabro electoral, los socialistas radicalizaron su actitud en las calles. En la clandestinidad empezaron a armarse a grupos paramilitares entrenados en los sindicatos para dar un golpe. La violencia y los disturbios se multiplicaron. Como drástica medida de represión el 27 de marzo el gobierno reimplantó la pena de muerte en España tras obtener el voto favorable de las Cortes, pese a ser contraria a la Constitución.
El 4 de abril siguiendo con la táctica de la “guillotina”, en palabras de Gil Robles, arrancó el apoyo del gobierno para la Ley de Haberes del Clero. Irónicamente, Lerroux que había sido un furibundo anticlerical y un ateo declarado, sacó adelante esta ley que restableció las ayudas públicas y privilegios legales de la Iglesia Católica en España.
El 20 de abril, la tenaza de la CEDA forzó a Lerroux a respaldar una amnistía para el general Sanjurjo y los golpistas de 1932 que el Parlamento aprobó por amplia mayoría, 279 votos contra uno –el del señor Miral-; las izquierdas se ausentaron del hemiciclo como protesta en el momento de la votación. Sin embargo, Alcalá Zamora se negó a firmar la ley.

Sanjurjo, imagen del juicio, ya fue indultado por el gobierno Azaña de la pena de muerte en 1932. Dos años después lo era de la pena de cárcel. Salió barato dar un golpe de Estado.

Como ya se expuso en Neonovecentimo al comentar la Constitución de 1931, se produjo una situación jurídico-institucional atípica. El art. 83 de aquella carta magna permitía al Presidente de la República vetar cualquier ley del parlamento, devolviéndola a la cámara con unas notas explicativas de su decisión. Para levantar su veto, los diputados debían volver a aprobar la ley por mayoría cualificada de dos tercios. En aquella ocasión, Alcalá Zamora se limitó a mandar al Parlamento unas notas explicativas de su negativa a firmar la ley, aunque sin vetarla formalmente, con que técnicamente no hubo veto. Tras un tira y afloja, el Presidente firmó la ley del amnistía el 24 de abril. Al día siguiente, completamente desacreditado por el desplante, el tercer gobierno Lerroux dimitía en pleno.

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