jueves, 7 de mayo de 2015

Dos Hombres de Derechas y la Segunda República (VI)

Antecedentes del Bienio de Derechas (V): Fin del Bienio Azañista


Después de desahuciar por segunda vez a Manuel Azaña del gobierno, empezaron las grandes ocurrencias de Alcalá Zamora que llamó a los líderes parlamentarios y les propuso un gobierno de notables –propuesta que no menciona en sus Memorias. Obviamente, un gobierno sin partidos quedaría obediente a la tutela del propio Presidente de la República. Ningún grupo político quiso aceptar la componenda.
Tras no pocas dificultades, el 12 de septiembre, Alcalá Zamora aprobó la lista ministerial que le presentó Lerroux a quien había invitado a formar gobierno. El gobierno tuvo una composición de mayoría radical. Además, todos los gobernadores civiles fueron radicales.

El Palacio de Oriente, sede de la Presidencia de la Nación de 1931 a 1935. Había sido la residencia de la Familia Real.

Su miembros fueron: Presidencia, Lerroux (Radical); Estado, Claudio Sánchez-Albornoz (Acción Republicana); Justicia, Juan Botella (Radical Socialista); Guerra, Juan José Rocha (Radical); Marina, Vicente Iranzo Enguita (ex miembro del partido de Ortega y Gasset); Hacienda, Antonio Lara Zárate (Radical); Gobernación, Martínez Barrio (Radical); Instrucción Pública, Domingo Barnés Salinas (Radical Socialista); Obras Públicas, Rafael Guerra del Río (Radical); Trabajo, Ricardo Samper (Radical); Agricultura, Ramón Feced (Radical Socialista); Industria y Comercio Gómez Paratacha (ORGA); Comunicaciones, Miquel Santaló (ERC).
Como se puede ver, el gobierno recibió el apoyo de Manuel Azaña que no quería arrastrar la república a la inestabilidad. Junto a Acción Republicana su homóloga gallega, la ORGA también apoyó a Lerroux. El apoyo de los radical socialistas estuvo condicionado a dejar al PSOE fuera del gobierno. El grupo de ERC, por su parte, hubiese apoyado casi cualquier combinación de gobierno con tal de no poner en peligro las transferencias de poder autonómico.

Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical.

Sin contar con el apoyo de la primera fuerza de la cámara, el PSOE, la debilidad innata del gobierno se vio agravada por la desafiante actitud de su presidente. Pocas semanas más tarde, el 3 de octubre, el gobierno caía en el debate parlamentario.
Como buen demagogo, Lerroux fue un gran orador en la calle, pero un pésimo orador parlamentario. Aquel día viendo que la confianza en su gobierno se resquebrajaba, empezó su intervención con un arrogante: “los que van a morir os saludan” a la cámara. Al final del debate los diputados le retiraron su confianza. Inmediatamente, el presidente del gobierno fue al Palacio de Oriente a dimitirle a Alcalá Zamora. Después aseguró estar enfermo y se encerró en su domicilio de donde no salió en varios días.

Alcalá Zamora, Presidente de la República.

Mientras tanto, en la cámara parlamentaria cundía el pánico. El único que parecía disfrutar de la situación era el propio Presidente de la República que inició por cuarta vez en un año una de sus farragosas consultas.
Azaña se movió más rápido que el Jefe del Estado. Acudió al domicilio de Lerroux y permaneció media hora en el recibidor asegurando que no se marcharía hasta ser recibido por el líder radical. Fiel intérprete de sus propias farsas, Lerroux terminó por recibir a Azaña en su dormitorio. El jefe de gobierno dimisionario estuvo todo el rato en la cama, en pijama con uno de aquellos gorros de noche con borla al final tan típicos de la época. Si estaba realmente tan enfermo, apenas unas horas más tarde experimentó una milagrosa recuperación al convocar a los dirigentes de su partido en la sede para preparar las elecciones.
-He venido a salvar a la república –le dijo Azaña en respuesta a las protestas de su interlocutor.

Manuel Azaña, líder de Acción Republicana.

Le propuso impulsar un gobierno que no integrara a ningún líder parlamentario. Una vez constituido el Presidente debería decidir si le permitía agotar la legislatura hasta 1935 o convocaba elecciones. El líder radical estuvo de acuerdo. Por entonces las elecciones parecían insalvables.
Alcanzado el acuerdo, Azaña corrió a Palacio para comunicárselo a Alcalá Zamora. El Presidente no pareció tener prisa por acortar su consultas, pero aceptó la idea que también fue bien acogida por las otras formaciones políticas.
Por fin el 8 de octubre el radical Martínez Barrio, a quien las derechas llamaban “el gran oriente” por su adscripción masónica, recibió el encargo de formar gobierno para disolver las Cortes y hacer elecciones. Su ministerio no tuvo más propósito ni vocación de continuidad.

Martínez Barrio, diputado radical y fundador de Unión Republicana.

La composición de su gabinete fue la siguiente: Presidencia, Martínez Barrio (Radical); Estado, Claudio Sánchez Albornoz (Acción Republicana); Justicia, Juan Botella Asensi (Radical Socialista) sustituido el 29 de noviembre por Domingo Barnés (Radical Socialista); Gobernación, Manuel Rico Avello (Agrupación al Servicio de la República de Ortega y Gasset); Guerra, Vicente Iranzo (Agrupación al Servicio de la República); Marina, Leandro Pita Romero (ORGA); Hacienda, Antonio de Lara (Radical); Instrucción Pública, Domingo Barnés (Radical); Trabajo, Carlos Pi i Sunyer (ERC); Obras Públicas, Rafael Guerra del Río (Radical); Agricultura, Cirilo del Río (Derecha Liberal Republicana); Industria y Comercio, Féliz Gordón Ordás (Radical Socialista); Comunicaciones, Emilio Palomo (Radical Socialista).

Dos días más tarde, el diez de octubre, se publicó el decreto de disolución en la Gaceta de Madrid, el BOE de aquella época. Con la llamada a elecciones generales, se abría el segundo proceso electoral de la segunda república.
Es a partir de este momento, cuando nuestros dos memorialistas, Gil Robles y Chapaprieta adquieren relevancia histórica.


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